Punto de vista de Luna
Dominick cupo mis mejillas suavemente. —¿Estás lista? —preguntó.
Asentí, aunque la tensión en mi pecho permanecía. —Estoy un poco preocupada —suspiré, desviando la mirada de él hacia el suelo—. ¿Crees que me escucharán?
Las manos de Dominick se deslizaron de mis mejillas a mis hombros. —Sí, estoy seguro de que lo harán. Eres más de lo que te reconoces, Luna.
Una pequeña sonrisa tiró de mis labios. —Gracias, Dominick. Realmente necesitaba escuchar esas palabras.
Hoy no era un día cualquiera—era un momento crucial, una reunión con los ancianos y miembros de la Mafia Grande. El tema de discusión no era otro que mi tío, Angelo—el traidor que había desgarrado la familia desde dentro.
—Vamos, vamos —dijo Dominick, señalando hacia la puerta.
Tomé mi chaqueta del respaldo de una silla, me la puse y seguí a Dominick fuera de la mansión. El viaje al salón de eventos fue tranquilo y fluido. Cuando finalmente llegamos.