Capítulo 11: Sombras y Deseos

La noche había caído sobre el Campamento Mestizo, y las hogueras parpadeaban, iluminando los rostros de los semidioses mientras sus risas llenaban el aire. Sin embargo, la atmósfera estaba cargada de tensiones no resueltas. Selene Beauregard se encontraba sentada al lado de Charles Beckendorf, su mano entrelazada con la de él. Aunque su contacto le brindaba calidez, su mente estaba en otra parte, atormentada por los recuerdos de su encuentro con Inti.

—Selene, ¿qué te pasa? —preguntó Beckendorf, su voz suave y preocupada. Selene sintió la sinceridad en sus ojos, pero su culpa la mantenía alejada.

—Nada, Charles. Estoy bien —mintió, pero su sonrisa no llegó a sus ojos. Beckendorf, siempre perspicaz, no pareció convencido.

—Si hay algo que te preocupa, por favor dímelo. No tienes que ocultarme nada —insistió, inclinándose hacia ella.

Justo en ese momento, el sonido de risas cercanas llamó su atención. Allí estaban Inti y Thalia Grace, riendo, su energía vibrante resonando en el aire. La risa de Inti era contagiosa, y Selene sintió una punzada de celos y frustración. A su alrededor, los semidioses disfrutaban del momento, ajenos a la tormenta emocional que se gestaba.

—¿Qué tal si damos un paseo por el campamento? —sugirió Beckendorf, rompiendo el silencio que se había instalado entre ellos. Selene asintió, pero no podía dejar de pensar en Thalia y en la forma en que Inti la miraba.

Mientras tanto, Inti y Thalia se alejaron hacia el bosque, la risa aún resonando en sus oídos. La cercanía de Inti era electrizante, y Thalia podía sentir su corazón latir más rápido. La forma en que se movía, despreocupado y seguro, era fascinante.

—Thalia —dijo Inti, mirándola con una intensidad que la hizo estremecer—. Nunca he conocido a alguien tan fuerte y a la vez tan intrigante.

—No soy un juguete, Inti —replicó Thalia, pero su tono no tenía la dureza que pretendía. La forma en que él la miraba la hacía sentir vulnerable, y eso la excitaba.

—No quiero jugar contigo —dijo él, acercándose un paso más—. Quiero una noche de intimidad, lejos de todo esto. Solo tú y yo, sin distracciones.

Thalia tragó con dificultad, sintiendo la atracción crecer entre ellos. La forma en que Inti hablaba, su voz suave y seductora, la llenaba de una mezcla de deseo y desafío. Había algo en su propuesta que la tentaba, algo que la hacía querer dejarse llevar.

—¿Y qué hay de tus aventuras? —preguntó ella, intentando mantener la compostura—. Siempre estás buscando disfrutar de la vida.

—A veces, disfrutar de la vida significa compartir un momento especial con alguien que entiendes —dijo Inti, acercándose lo suficiente para que su aliento cálido acariciara la piel de Thalia. Su corazón latía con fuerza, y ella podía sentir la electricidad en el aire entre ellos.

La tensión entre ellos creció, y Thalia se sintió atrapada. Aunque sabía que debía mantener su distancia, había algo en Inti que la hacía dudar. El peligro de cruzar esa línea se convirtió en una sombra que bailaba entre ellos.

—Esto no es solo un juego para mí —dijo él, su mirada fija en la de ella—. Estoy hablando de algo más profundo, algo que podríamos compartir, aunque sea por una noche.

Thalia sintió cómo el deseo se apoderaba de ella. Había algo tentador en la idea de dejarse llevar, de perderse en ese momento con alguien que no juzgaría sus decisiones.

—No tengo tiempo para complicaciones —replicó, aunque su voz era más suave de lo que pretendía. Su resistencia comenzaba a desvanecerse, y ella sabía que Inti había logrado romper parte de su armadura.

—No tienes que complicar nada, solo dejarte llevar —dijo él, extendiendo una mano hacia ella—. Solo esta noche, sin preocupaciones.

Thalia sintió el calor en su rostro. Su corazón latía desbocado, y, a pesar de su mejor juicio, se sintió atraída por la propuesta.

—Quizás... —musitó, sintiendo cómo su decisión pendía de un hilo.

Mientras tanto, en otro rincón del campamento, Annabeth Chase se encontraba luchando con sus propios demonios. Había estado evitando a Percy desde la traición, el dolor de sus acciones aún fresco en su corazón. A su lado, Grover le observaba con preocupación.

—Annabeth, tienes que hablar con él —dijo Grover, su voz llena de empatía—. No puedes seguir huyendo.

Annabeth lo miró, su rostro lleno de inseguridad.

—¿Y qué le digo? ¿Que me dejé llevar por un momento de debilidad?

—Tienes que ser honesta. Tal vez no sepas lo que pasará, pero al menos tendrás la oportunidad de arreglarlo —insistió Grover.

Annabeth sintió un nudo en el estómago. Sabía que tenía que hablar con Percy, pero el miedo la paralizaba. Mientras tanto, en la mesa cercana, Percy observaba a Annabeth con la mirada llena de anhelo y frustración. Aunque se esforzaba por actuar normal, su corazón aún estaba roto.

—¿Vas a quedarte ahí parado todo el tiempo? —preguntó Clarisse, alzando una ceja—. Si no vas a hablar con ella, ¿qué sentido tiene esto?

Percy sintió el ardor en sus mejillas. El dolor en su corazón seguía presente, pero también había un deseo de aclarar las cosas.

—Tal vez deberías dejar de ser tan orgulloso, Jackson —añadió Nico, su tono serio—. El tiempo no se detiene, y no hay garantías de que siempre haya otra oportunidad.

Con un suspiro, Percy finalmente se levantó. Las palabras que había estado guardando durante tanto tiempo eran como un peso en su pecho. Tenía que hablar con Annabeth, sin importar el costo.

De vuelta en el bosque, Inti estaba a un paso de cruzar la línea. La cercanía con Thalia, el roce de sus cuerpos, lo hacía querer perderse en ese momento. Se acercó más, su voz suave y persuasiva.

—Una noche es todo lo que pido. Sin preocupaciones, sin ataduras. Solo tú y yo disfrutando de la vida —dijo, su mirada intensa y cargada de deseo.

Thalia se sintió atrapada, su corazón latiendo con fuerza. La atracción era palpable, y aunque su mente la advertía que debía mantener la distancia, su cuerpo respondía a la cercanía de Inti.

—Está bien, solo esta vez —respondió finalmente, sintiendo cómo el aire se volvía denso entre ellos. Era un pacto impulsivo, pero uno que la llenaba de emoción.

Inti sonrió, una mezcla de satisfacción y deseo brillando en sus ojos.

—Ven, entonces. Te prometo que será una noche inolvidable.

Thalia lo siguió, sintiendo que cada paso que daban la acercaba más a cruzar la línea que había jurado no traspasar. Pero en ese momento, la idea de disfrutar de una noche de intimidad con alguien como Inti parecía la forma perfecta de liberarse de las presiones del campamento, aunque fuera por un corto tiempo.