No se atrevía a dejar que el Maestro de la Secta de los Deseos descubriera su identidad.
Inmediatamente se puso la máscara de la Guardia Sombra número uno.
Al mismo tiempo, ocultó el llamativo laúd, la Espada Negra y la Espada Púrpura bajo el cojín del asiento del carruaje.
Solo mantuvo consigo el Lamento Helado que acababa de obtener, atado a su espalda.
Para cuando terminó estas tareas,
el Maestro de la Secta de los Deseos ya había alcanzado.
Al ver el carruaje adelante, saltó sobre él, usándolo como trampolín para lanzarse al aire.
Con un enojado movimiento de su Seda de la Montaña Celestial, lo dirigió hacia el Thunderbird Alado Plateado en el aire.
—¡Bestia vil! —gritó.
Había estado persiguiéndolo por días, y siempre había conseguido escapar.
¡Ahora tenía la audacia de causar estragos abiertamente fuera de su Ciudad de los Deseos, desafiando abiertamente su autoridad como Maestra de Secta!
Sin embargo,