El único que había ido a un lugar distante a entrenar era Jiang Fan.
No había duda de que la persona que se acercaba era Jiang Fan.
¡Por fin llegó!
Wu Manyue frunció el ceño, mirando fríamente al recién llegado.
A medida que el viento y la nieve se acercaban.
Un joven con una larga túnica negra apareció, avanzando a través de la nieve y el viento giratorios.
Su túnica se agitaba en la brisa, y su cabello negro como la tinta fluía como una cascada.
Una simple cinta de seda de plata ceñida a su cintura, resaltando su físico equilibrado y esbelto.
En sus pasos, sus ojos brillaban como espejos que reflejan las aguas otoñales.
Las comisuras de sus labios se curvaban hacia arriba en una sonrisa confiada y gentil, como las flores de melocotón que florecen en la primera primavera.
Lo que era más cautivador.
Su piel era muy justa, reflejando un tenue brillo bajo el sol como si pudiera iluminarse.
Más blanca que la nieve que caía.
Tan blanca que incluso las mujeres la envidiarían.