La atmósfera se había vuelto incómoda.
Shi Hao también estaba algo sorprendido. El matón legendario había aparecido, pero el blanco de las burlas y el acoso no era la hermosa Lin Yuyue en la mesa vecina.
—¿Debería ser derrotado tal matón?
Cerca, Liu Mang y Guo Xing luchaban por contener su risa. En otra mesa, Lin Yuyue tampoco pudo evitar sonreír, algo avergonzada por la presencia de tal mujer.
—Como mujer, ¿cómo podía carecer de tal autocontrol? ¿Y qué más, una mujer mantenida? Eso era un poco demasiado atrevido.
Shi Hao sacudió la cabeza:
—No me interesa.
—Pero a mí sí me interesa —la mujer varonil miró a Shi Hao, la saliva casi cayéndosele—. Dime tu precio, ¡no te preocupes por si no puedo pagarlo!
Shi Hao no se molestó en responder y simplemente agitó su mano.
La mujer varonil estaba algo descontenta, pero luego giró, diciendo:
—Ustedes van a Ciudad del Condado para la competición, ¿no es así?
—¡Vaya, acertó!