Sin embargo, al ver a Su Manman tan vanidosa, a Shi Hao no le dio el corazón para reventar su burbuja.
—Vamos, aún tenemos que recoger ocho Lotos Divinos —dijo Shi Hao.
—De acuerdo —asintió Su Manman, al principio desinteresada en esta travesía, pero ahora estaba muy intrigada.
Los dos regresaron y antes de mucho, salieron de la cueva.
Pero, para su sorpresa, la salida de la gruta terrenal era otra matriz de transporte.
¿Eh?
Mientras caminaban por ahí, sintieron una sensación de tirón, y luego, al salir, encontraron que el entorno había cambiado por completo en el momento en que sus pies tocaron tierra firme.
Aún estaban dentro de una cueva, pero la lava hirviente había desaparecido, reemplazada en cambio por un intenso rayo blanco.
Chispeando, la luz del trueno llenaba las paredes de la cueva, algunos incluso derramándose, listos para golpear a los transeúntes desprevenidos, lo cual podría causar una destrucción inmensa.