Shi Long estaba tanto furioso como avergonzado.
Como una figura fuerte que había ascendido a la posición santificada y que también era el rey regente del País de Piedra, segundo solo a una persona, se encontró en una posición donde las mesas habían sido volteadas por otra persona.
¿Cómo podría no estar enojado?
Pero, ¿se atrevía a actuar?
Shi Mingzhen y Shi Xuezhi estaban claramente observando, pero no tenían intención de intervenir, lo cual era una clara indicación de su actitud.
Uno contra uno, Shi Long realmente no estaba seguro de derrotar a Shi Feng.
¿Qué pasaría si perdía?
Bajo la mirada atenta del público, no podía permitirse perder la cara.
—Shi Feng, no dejes que el éxito se te suba a la cabeza. ¡Esto es el Palacio Imperial! —Shi Long gritó en voz alta, pero su voz reveló su timidez interior.
Shi Feng lo miró con desprecio, diciendo:
—Tarde o temprano, haré que cada cabeza de tu linaje ruede.