Kan Haoming se había convertido en un recipiente, con Almas Inquietas escapando continuamente de su cuerpo mientras una gran cantidad de ellas se agolpaban, creando un bullicioso movimiento de entrada y salida.
Después de miles de ataques, Shi Hao finalmente detuvo su asalto.
No era que hubiera crecido misericordioso; más bien, el cuerpo de Kan Haoming ya estaba plagado de agujeros y no podía soportar más tormento.
¡Boom!
El cuerpo de Kan Haoming de repente explotó, fragmentándose en millones de pedazos.
—¿Eh, no hay Cristal del Alma?
Shi Hao miró y no pudo evitar sacudir la cabeza con decepción.
Aunque sabía que el Cristal del Alma no siempre aparecería, el hecho de que hubiera gastado tanto esfuerzo y aún no obtuviera nada era inevitablemente decepcionante.
—Sigamos buscando.
Shi Hao avanzó a grandes zancadas, su Poder Físico rodando y surgiendo, dispersando todas las Almas Inquietas atacantes como humo y nubes.