¡Quizás soy guapo!

—¡Es él! No puedo creer que se atreva a venir a Hong Kong.

Tang Ning miró furiosamente a Ye Chen mientras la humillación que había sentido en aquel entonces inundaba su cuerpo. Su rostro se enrojeció mientras estaba impaciente por enfrentarse a Ye Chen ahí mismo.

—Jefa, ¿qué sucede? —preguntó Shen Xingye sonriendo.

Ya era suficientemente guapo, y su sonrisa hacía que las damas a su alrededor se sonrojaran y quedaran encantadas.

—¡Nada! —Tang Ning tomó una profunda respiración y apartó la vista de Ye Chen mientras apretaba los puños—. Xingye, vamos a encontrarnos con el Joven Maestro Lei.

Ella logró controlar su ira frente a su enemigo. Después de todo, no era el lugar adecuado para tomar venganza. El Joven Maestro Lei no permitiría que nadie causara problemas en su evento.

Lo más importante, su viaje a China la maduró significativamente. Sabía cuándo contenerse y cuándo liberar su frustración. Esa era la razón por la que obtuvo el apoyo de la Familia Tang.