Después de refinar el cuerpo de Kent, la diosa de la lujuria apareció en el exterior en una forma transparente, cuya belleza etérea irradiaba un encanto poderoso que impregnaba el aire. Se movió con gracia, su presencia era a la vez seductora y autoritaria.
Con un suave movimiento de su mano, usó sus poderes encantadores para despertar al inconsciente Kent y a las cuatro chicas que habían experimentado el intenso intercambio yin-yang.
Kent fue el primero en reaccionar, su mente aún nublada por los efectos persistentes de los deseos que se habían agitado dentro de él. Apretó los puños, convocando toda su fuerza de voluntad para controlar sus pensamientos y mantener su compostura. Las emociones de deseo que amenazaban con abrumarlo eran intensas, pero logró mantenerlas bajo control.
Las cuatro chicas —Maya, Kelly, Princesa Eila y Jia— despertaron después. Jia sintió la poderosa transformación dentro de su cuerpo, los beneficios de la esencia yang que había recibido de Kent.