Dentro de la Gran Torre, la atmósfera era aún más intensa. Las paredes estaban adornadas con intrincadas pinturas y estatuas que representaban eventos y seres legendarios de los Nueve Reinos. El techo era una maravilla de la ingeniería mágica, una vasta cúpula que mostraba un cambiante tapiz de estrellas y constelaciones, simbolizando la unidad de los reinos.
Una gran sala de asambleas los esperaba, su inmensidad llenada con filas de asientos dispuestos en semicírculo. En el centro había nueve tronos, cada uno representando a un medio soberano de los Nueve Reinos. Estos seres eran la cima del poder, sus decisiones moldeaban el tejido mismo de los reinos.
Cuando Allaric entró en la sala, un heraldo anunció su llegada con una voz poderosa —Magus Supremo de la Varita Allaric, Líder de la asociación de magos del planeta azul, distinguido invitado de la Cumbre de los Nueve Reinos—. El anuncio resonó por la sala, atrayendo la atención de todos los presentes.