Alaric se levantó de su asiento, con una amplia sonrisa en su rostro. —¡Bienvenido, bienvenido, Joven Maestro Kent Hall! Es un honor tenerlo aquí. Estamos preparados para ofrecerle los tesoros más finos y los títulos más prestigiosos. Por favor, siéntase como en casa.
Los ojos de Kent recorrieron la sala, pero prestó poca atención a las palabras de Alaric. En cambio, su mirada se posó en una sola figura: el jefe de la familia Ron, John Ron. Él estaba al final del salón, con una expresión de incertidumbre.
Ignorando el torbellino de palabras agradables, Kent caminó directamente hacia John Ron, con los ojos dorados brillando con determinación.
—¿Es usted John Ron? —preguntó Kent con una mirada seria.
El hombre de mediana edad tardía, con una postura humilde y el rostro arrugado, asintió con la cabeza apresuradamente.
—Tengo una petición —dijo Kent, su voz calmada pero autoritaria.
El corazón de John Ron dio un vuelco. —P-Por supuesto, lo que desee, Joven Maestro.