Regalos y Nuevas Mascotas!

Kent recibió la armadura con una amplia sonrisa.

—Valiente, esta armadura te protegerá de cualquier explosión de hechizos y quemará a aquellos que se atrevan a tocarte. Sus llamas están atadas a tu alma, y crecerán más fuertes con tu ira —dijo el Dios del Fuego.

Kent se puso la armadura con un pensamiento ya que es un ítem espiritual, el metal cálido al tacto, pero reconfortante como el abrazo de un amigo perdido hace tiempo.

[Todo tesoro con Espíritu estaba conectado al alma de la persona. Será guardado en el espacio del alma cuando no se use y se les puede comandar con un pensamiento.]

—Usa su poder sabiamente, y no dejes que nadie se interponga en tu camino —bendijo el Dios del Fuego con un gesto de su mano.

Tras él vino el Dios del Agua, quien se movía con una gracia fluida, sus ropas fluyendo como un río. En su mano sostenía un caracol, tallado del cristal más puro, su superficie grabada con antiguas runas doradas que brillaban con una luz azul profunda.