A diferencia de los habituales terrenos bulliciosos y llenos de chismes de la corte, donde los susurros y murmullos se deslizaban de una persona a otra, la Arena Real estaba completamente silenciosa. Miles de personas permanecían en profundo silencio, sus respiraciones apenas audibles mientras esperaban, sus ojos fijos en el hombre enmascarado que se encontraba frente al Emperador Ryon Corazón de León.
En ese momento, nadie se atrevía a hablar. Muchos en la audiencia habían venido con sus propios motivos, algunos buscando justicia, otros venganza, y muchos simplemente deseando el espectáculo de ver a un hombre ejecutado.
El Emperador Ryon estaba sentado en lo alto de su imponente trono con una postura regia. Sostenía el Bastón del Juicio del Séptimo Reino, un cetro que simbolizaba su autoridad absoluta. Con un simple gesto, podía silenciar ejércitos con un hechizo mágico.