Kent se quedó allí mientras miraba la puerta del séptimo cuarto. Estaba pensando muy profundamente en cómo robar todos los tesoros en poco tiempo. Justo cuando movió sus ojos, su mirada se posó en el lado de la pared del séptimo cuarto, donde apareció una pintura con forma de árbol.
Era una extraña obra de arte viviente, las hojas brillando con diferentes colores, cada hoja llevando un nombre. Sus ojos recorrieron el cuadro hasta que se posaron en una hoja que capturó su atención: el nombre de su madre, grabado en letras negritas en una hoja de color rojo. Debajo de su nombre, otra hoja, esta brillando dorada, llevaba el nombre «Long Wang Quinn».
Kent dio un paso adelante, sus dedos rozando la superficie texturizada como si contuviera los secretos de su pasado.
«¿Quién es este?» La voz de Kent era baja, su tono controlado, pero había una tormenta hirviente bajo su tranquila apariencia.