¡Pequeño halcón!

Kent llegó al palacio real a primeras horas de la tarde. Mostrando la ficha dorada de la Reina Soya, caminó por las puertas del palacio, pasando por alto cada puesto de control.

Mientras caminaba por los grandiosos pasillos, vio a la Reina Soya esperándolo en la entrada de su palacio. Estaba vestida majestuosamente, su oscuro cabello recogido, emanando un aire de belleza y deseo. Ella lo saludó con una amplia sonrisa y una mirada profunda.

—Me has hecho esperar —saludó, con su voz llevando un sentido de diversión.

—Vamos —dijo Kent calmadamente sin ningún saludo.

Los labios de la Reina Soya se curvaron en una leve sonrisa, pero su mirada sostenía un indicio de algo más profundo.

—He preparado todo para nuestra travesía. Solo tú y yo. Sin guardias ni observadores. Disfrutemos de este viaje —dijo con una sonrisa coqueta antes de dirigirse al frente.