¡Ataque de 7 Generales Demonio!

El sol ardía sin piedad sobre el Desierto Desolado, su calor golpeando implacablemente al dúo que avanzaba por la infinita extensión. Kent, con expresión estoica pero cuerpo alerta, seguía al anciano, Grizzak, que se movía con un ritmo peculiar que desafiaba la lógica.

El paso de Grizzak era impredecible. Por un momento, caminaba en línea recta, con pasos firmes y decididos. Al siguiente, giraba bruscamente, caminando de lado o incluso hacia atrás, deteniéndose para garabatear símbolos en la arena. Ocasionalmente, murmuraba cálculos en voz baja, sus dedos temblando como si realizara complicados tántricos.

—Izquierda... no, no, retroceder tres dunas... luego a la derecha —murmuró Grizzak, sus ojos escudriñando el horizonte—. Ah, sí. Eso es. Adelante.

Kent, observando en silencio, no pudo evitar fruncir el ceño.

—¿Hay un método en esta locura, o estamos simplemente vagando sin rumbo?