Venganza del Emperador Demonio

El aire del desierto se volvió sofocante mientras las arenas doradas se oscurecían de manera antinatural, como si el sol mismo se replegara de miedo. El agarre de Kent se apretó en la empuñadura de su arco mientras los ojos de Grizzac se movían en todas direcciones, escaneando las sombras giratorias.

De repente, la oscuridad se condensó en una forma: una figura imponente envuelta en túnicas negras y carmesí, ojos ardiendo como brasas fundidas. Una risa maliciosa resonó a su alrededor antes de que apareciera una figura corpulenta oscura.

El Emperador Demonio emergió, su aura devorando la luz a su alrededor.

—¿Quién… quién es ese? —las cejas de Kent se fruncieron mientras miraba a la figura corpulenta frente a ellos.

Pero Grizzac inmediatamente reconoció a la persona frente a él. Su rostro perdió color. Su cuerpo tembló.