El Señor Dragón apenas había comenzado

Lentamente, el resplandor dorado se desvaneció, revelando a un joven bien formado que se erguía como un tirano sobre el lomo del dragón.

—Ahhhrrrr…

Un rugido ensordecedor sacudió los cielos, su resonancia desgarrando los corazones de cada ser presente. El dragón dorado miró el campo de batalla, su forma tan divina que incluso los guerreros más fuertes temblaron de asombro. El mismo cielo parecía oscurecerse en reverencia, como si se inclinara ante la llegada de un verdadero dios de la guerra.

El Ejército de los 9 Reinos, que una vez cantaba sus gritos de victoria, cayó en un silencio atónito. El grito del dragón los dejó en un estado de temor. Miles soltaron sus armas, sus cuerpos incapaces de soportar el peso del miedo. Algunos cayeron de rodillas, aferrándose a sus pechos, sus corazones incapaces de soportar el divino grito del dragón antiguo.