Finalmente, Su Chen no tuvo más remedio que ir al aeropuerto con Eniel, sujetando su ropa desgarrada en ambas manos.
Eniel miró su ropa desgarrada y no pudo evitar reír, recordando la intensa batalla de hace poco, un ligero rubor tiñendo su rostro.
Después de todo, había pasado más de un año desde que habían hecho ese tipo de cosa, así que naturalmente se desahogaron a gusto...
Justo antes de entrar a la puerta del aeropuerto, compartieron otro apasionado beso y se separaron a regañadientes.
—Su Chen, ¿cuándo volverás al Templo? Todos te extrañan mucho —preguntó Eniel.
—Volveré en un rato, no te preocupes, definitivamente lo haré.
Efectivamente, tenía que regresar al Templo, al menos antes de enfrentarse a Tang Gang y a su Sociedad Calavera.
—¡Vale, te estaré esperando! —dijo Eniel, mirándolo con afecto.
—Está bien, adelante —respondió Su Chen con una sonrisa.
—Hmm.
Eniel caminó hacia el aeropuerto, mirando hacia atrás cada tres pasos, y luego desapareció tras la puerta.