—Señor Su, ¿no acaba de decir que estaba desactivando los mecanismos de abajo? ¿Por qué todavía hay trampas? —preguntó John con un deje de sorpresa.
—¡Crees cualquier cosa que digo, idiota! —respondió Su Chen indiferente.
—Tú... —La cara de John se llenó de resentimiento al instante. ¡Era un noble príncipe, y este tipo de Huaxia se atrevía a llamarlo idiota!
—¿Qué 'tú'? ¡Si no fuera por nuestra advertencia, ya habrías sido asesinado por las trampas aquí! —Con los verdaderos sentimientos de todos a la luz, ya no había necesidad de que Su Chen pretendiera ser amigable.
Le pasó por la mente a Su Chen deshacerse de la gente de América y del País Insular. Pero tras pensarlo un poco, decidió mantenerlos cerca por ahora. Si hubiera algún peligro desconocido por delante, podrían servir como carne de cañón o como conejillos de indias. No sentía ni la más mínima lástima por los americanos o la gente del País Insular. De ser necesario, no dudaría en sacrificarlos.