—Xiaoxuan, ¿qué pasó exactamente aquí? —preguntó Zheng Qiutong con voz grave.
—Tío, fue todo obra de este tipo. ¡Se apoyó en sus habilidades marciales y realmente nos obligó a arrodillarnos en el suelo y ladrar como perros! —dijo Zheng Xuan con cara afligida—. Mi mano fue arruinada por él, y quién sabe cuántas costillas tengo rotas.
—Sí, tío, este tipo simplemente no respeta a nuestras Cinco Grandes Familias —comentó otro—. Parece que mi pierna también está rota por él, ni siquiera puedo pararme derecho.
—Y yo, este tipo realmente me abofeteó...
.....
En ese momento, esos siempre arrogantes y altivos jóvenes maestros estaban todos agrupados alrededor de Zheng Qiutong, vendiendo su miseria como un chismoso de escuela primaria, sin rastro de su anterior gracia.
Observando esta escena, Su Chen sacudió la cabeza, sintiendo que realmente había sobreestimado a estos jóvenes maestros antes; no esperaba que fueran tan patéticos...