—¡Chico, me aseguraré de que mueras de una manera horrible!
Han Cheng, al escuchar las palabras de Su Chen y ver su mirada despectiva, sintió que su ira aumentaba aún más.
¡Nunca había encontrado a alguien que lo mirara tan por debajo, y naturalmente, no podía calmarse!
Lo que es aún más crucial es que este chico lo había dejado en un estado tan embarazoso, haciéndole perder toda la cara, ¡y nada menos que delante de Yan Xi!
—Con esa apariencia fantasmal tuya, ¿cómo planeas hacerme morir de una manera horrible, eh?
Su Chen lo miró con diversión, las comisuras de su boca elevándose en una sonrisa burlona.
Para Han Cheng, esa sonrisa era increíblemente irritante, picando en sus nervios frágiles y sensibles.
Especialmente las palabras «apariencia fantasmal», que eran insoportables para él.
Sus ojos se entrecerraron lentamente, emanando un frío desenfrenado, como si la temperatura del aire circundante hubiera caído repentinamente varios grados.
—¡Han Cheng, ¿qué estás haciendo?!