El Emperador de la Lluvia fue rápido en su decisión, emitiendo un decreto imperial para pasar el trono al Séptimo Príncipe. En cuanto al Príncipe Mayor y al Tercer Príncipe, fueron reubicados en las guarniciones fronterizas, y se les confiscaron sus tierras; era obvio que iban a morir de viejos fuera de los muros, sin volver jamás a la Capital Imperial en esta vida.
Esto se ajustaba a la decisión del Emperador de la Lluvia; incluso si se tratara de su propio hijo, o no intervenía o iba con todo.
Así, el Príncipe Mayor y el Tercer Príncipe se retiraron del escenario político del País de la Lluvia. Sin importar cuán influyentes fueran antes, frente al poder del emperador, eran tan frágiles que no tenían poder para contraatacar, ni siquiera podían regatear o encontrar un lugar tranquilo para envejecer.