Ling Han encontró a Yin Hong y le dijo que no solo asistiría al concurso de alquimia, sino que también participaría en el concurso de artes marciales.
—Ya lo anticipé, esta o'señorita ya reportó tu nombre —dijo Yin Hong sin reservas.
—¿Actuaste primero y reportaste después? ¿No temes que yo sea naturalmente amante de la paz y nunca luche ni mate? —dijo Ling Han con una sonrisa.
—¡Pah, pareces del tipo belicoso a primera vista, especialmente cuando te encuentras con genios de tu misma edad—probablemente sueñas con aplastarlos, y mucho más a Xuanyuan Zi Guang, que tiene intenciones sobre tu esposa! —Yin Hong le lanzó una mirada severa.
—Esa Hai Niu realmente no es mi esposa. —Ling Han suspiró.
—¿No es tu esposa? Entonces, ¿por qué se pega tanto a ti? —Yin Hong obviamente no le creyó y le guiñó el ojo a la mujer que estaba agarrándose del borde de su ropa mientras sostenía un ladrillo con la otra mano.