—Señor Zhang, realmente lo siento. No había previsto que alguien así pudiera existir en nuestro banco. Es realmente vergonzoso —Gu Anshan invitó a Zhang Menglong a su oficina y personalmente le hizo una tetera de té.
Él había quedado de verdad impactado por lo que acaba de suceder. Diez camiones cargados de monedas no eran ninguna broma; un desliz y podrían haber encabezado las listas de búsquedas tendencia. Si esto llegara a la sede del Banco Huaxia, él, como gerente del banco, podría haber enfrentado una acción disciplinaria.
Este joven no estaba siguiendo para nada el típico manual del rico de segunda generación. Tales movimientos audaces eran algo que nunca había oído en su vida, haciéndolo tratar a Zhang Menglong con mucha más precaución.
—Olvídalo, no hay daño para quienes no saben. Sin embargo, su banco realmente necesita endurecer su proceso de selección de empleados —dijo Zhang Menglong mientras se dejaba caer en el sofá, adoptando la postura de un cuadro experimentado.