El tiempo era como un corcel blanco que pasaba fugazmente por una grieta, y el verano se despedía con la llegada del otoño.
En el sendero amurallado, Fang Yuan se encontraba una vez más ante el gigantesco peñasco que bloqueaba el camino.
Debido a que el clima se volvía más frío, vestía una prenda sencilla y simple con mangas largas. Pero su figura ya no era la delgada de hace unos meses.
Su pecho, brazos, piernas y abdomen mostraban músculos evidentes.
Estos músculos no eran tan protuberantes como una piedra, sino que presentaban un tipo de fluidez, en armonía con el cuerpo que lentamente crecía de Fang Yuan. Junto con su piel blanca, daba a los demás una sensación de juventud, llena de vitalidad.
—Desde hace tres días, el Gu Jabalí Blanco dejó de proveerme cualquier aumento de fuerza. Eso significa que ya poseo la fuerza de un jabalí, cumpliendo así con el requisito del Monje del Vino de Flor. ¡Hoy, intentaré empujar esta roca redonda otra vez! —susurró para sus adentros.