—Espera un segundo, ¿suelo rojo? —La mente de Fang Yuan se sacudió al verlo.
Extendió su mano y arrancó de la pared una masa de tierra roja.
Esta tierra roja era muy blanda y emitía un tenue resplandor rojo. Fang Yuan apenas la presionó, pero se desmoronó.
—Entonces, era así —parecía haber llegado a una realización.
La primera vez que había entrado a la cueva secreta dentro de la grieta en la roca, vio que la cueva secreta estaba llena de esta tierra roja que emitía un débil resplandor; no había necesidad de ninguna otra fuente de luz.
Había sentido que era extraño en ese momento, porque el suelo de la montaña Qing Mao era de color azul-negro. Había pensado que esto había sido arreglado por el Monje del Vino de Flor, pero ahora parecía que la fuente era este extraño lago de sangre.
Fang Yuan se sentía aún más cauteloso; sus quinientos años de experiencia se habían casi convertido en una intuición.