Desastre de grúa

En el cielo azul celeste, numerosas nubes flotaban sin rumbo. El anciano Maestro Gu cabalgaba sobre la grulla blanca. Debajo de sus cejas blancas afiladas como dagas, sus ojos revelaban una profunda intención asesina.

—Hehehe, con este rencor mío, empezaré a vengarme de tus descendientes —rió, mirando fijamente hacia el campo de batalla, extendiendo su delgado y seco dedo y apuntando hacia abajo.

La grulla blanca debajo de él levantó su largo y elegante cuello, gritando con una voz brillante y fuerte.

La voz se extendió por los cielos, y desde lejos, había muchas llamadas de respuesta.