Como dice el refrán, poner la guinda al pastel no puede compararse con ofrecer ayuda en momentos de necesidad.
Los tiempos agitados y la turbulencia revelaban las verdaderas intenciones de las personas.
Sin embargo, Fang Yuan no estaba preocupado por la expresión de Shang Xin Ci; lo que venía ahora era realmente importante.
Continuó:
—Hay algo que debo decirte.
—Por favor, habla —Shang Xin Ci se limpió las comisuras de los ojos con sus dedos como de jade, ajustando su estado anímico.
—Bai Yun y yo somos maestros Gu del camino demoníaco —dijo Fang Yuan.
Shang Xin Ci no se sorprendió e inclinó su cabeza en señal de aceptación. Ella ya lo había anticipado. Anteriormente, Zhang Zhu también lo había adivinado y la había prevenido para que estuviera alerta contra Fang y Bai.
Por lo tanto, estaba mentalmente preparada y podía aceptar serenamente esta impactante declaración.