Nueve días después.
En la cima de un exuberante valle montañoso, una pequeña cascada descendía como una tira de seda plateada.
El arroyo de la cascada fluía hacia un lago antiguo. El lago antiguo era profundo y de color jade oscuro, con ondas en la superficie del agua.
En el estanque, todo tipo de carpas nadaban de un lado a otro.
En la cima de una roca blanca junto al agua, Feng Jin Huang estaba sentada con los ojos cerrados.
Su rostro, brillante y hermoso, se reflejaba en el agua, otorgando a este antiguo lago una elegancia radiante. Las coloridas carpas en el agua, el claro agua del estanque, la cascada plateada y el verde valle se complementaban entre sí.
Sin embargo, las bonitas cejas de Feng Jin Huang estaban profundamente fruncidas.
Aunque había intentado su mejor esfuerzo para calmarse, cada vez que cerraba los ojos durante más de treinta respiraciones, una imagen aparecía en su mente desde lo más profundo de su corazón.