Los subordinados de Ning Zhuo estaban en un estado de pánico, pero Ning Zhuo ya no se preocupaba por esos asuntos triviales.
No quedaba nadie en la habitación excepto él.
Su rostro permanecía pálido, sin rastro de sangre.
Sus cejas estaban fruncidas, sus ojos cerrados, y las comisuras de sus ojos se contraían de vez en cuando. Innumerables pensamientos se agitaban en su mente mientras desesperadamente reflexionaba sobre todo esto.
Ning Zhuo aprovechaba cada segundo.
Esta vez, estaba en una situación de vida o muerte; cada esfuerzo que hacía, cada segundo, podría afectar el resultado final.
Intentó recordar todo lo que había sucedido justo ahora, las preguntas que Zhu Xuanji había hecho, y sus expresiones y gestos.
—Zhu Xuanji primero preguntó si Yuan Dasheng había sido asesinado por mí, luego preguntó dónde estaba la Verdadera Escritura del Dao Demoníaco.
—En este orden entonces... —Ning Zhuo intentó arduamente descifrar la línea de pensamiento de Zhu Xuanji.