Su reclamo sobre ella

ZINA

Zina se quedó momentáneamente aturdida, pero rápidamente se recuperó, saliendo del abrazo de Halcón aunque le costó bastante esfuerzo.

Halcón sonrió tímidamente al darse cuenta y la soltó, murmurando una disculpa que los oídos de Zina casi no captaron. Casi inmediatamente, sus ojos se agrandaron mientras su sonrisa se desvanecía.

—Tus ojos... —murmuró en un susurro sin aliento.

Zina parpadeó confundida. No creía haberle mostrado a Halcón ninguna señal evidente que pudiera indicar que ella podía ver.

—¿Qué tienen? —preguntó impaciente, ansiosa por salir de la tienda y encontrar a Daemon. Aunque no sabía exactamente dónde estaría, definitivamente lo averiguaría.

—Ya no son tan blancos. —Halcón tragó, tragando. Fue entonces cuando Zina realmente lo miró. Él era agradable a la vista y compartía un parecido increíble con Daemon... pero estaba lejos de ser Daemon.

Muy lejos.