Un Cuerpo en las Puertas

—¿Se han trasladado todos los sirvientes masculinos al ala oeste del castillo? —preguntó Daemon a Yaren, quien lo seguía con una expresión preocupada.

—Así es, no te preocupes por la Ola de Calor alcanzándoles. Aunque lo que me preocupa eres tú... ¿estás seguro de que está bien estar cerca de ella en ese estado?

Los ojos preocupados de Yaren viajaron hasta la palma ensangrentada de Daemon. La herida estaba sanando, pero aún sangraba mucho ya que la rajadura que Daemon había hecho con sus garras era tan profunda que casi salía al otro lado de su mano.

—En vez de lastimarte así, creo que sería mejor que la evitaras por completo —dijo Yaren con el ceño fruncido—. Aún estoy preocupado por su control.

Daemon rió entre dientes, enrollando la herida con un paño. Había creado la rajadura con algo de su veneno de lobo, por lo que llevaría unas horas sanar completamente.