—Hay odio, y luego está la necesidad visceral de aniquilarlo todo hasta que solo queden escombros.
ZINA
—Honestamente, Zina no era el compendio de la autopreservación y la contención —comentó—. Con el escaso conocimiento que tenía de sí misma, sabía que cuando se trataba de contenerse de hablar cuando realmente quería hablar era un viaje de tontos.
—Así que no era tan sorprendente que de las muchas cosas que podía tolerar fácilmente, escuchar a alguna mujer que era demasiado hermosa para ser normal hablar con Daemon sin el respeto que merecía la irritara y sacara a relucir un lado feo de ella —pensó—. Era excusable que todas las mujeres de las Hermanas Rojas fueran tan hermosas como el pecado, pero lo que no era excusable era que dichas mujeres viajaran desde el Este y trataran de imponer su autoridad aquí en el Norte Ártico.