¿Quiénes serán sus oponentes?

Zina hizo una rápida huida del cuarto de Daemon y su cautivadora presencia. En el momento en que salió de sus aposentos, se derrumbó contra una columna, sus manos aferrándose a su pecho mientras sus últimas palabras resonaban una y otra vez en su cabeza.

—Si recuperas tu título, entonces tu premio seré yo en cualquier forma que desees.

¿En cualquier forma que ella deseara? El único problema con esa proposición era el hecho de que mientras él pronunciaba esas palabras sin apenas espacio entre ellos, Zina deseaba con todas sus fuerzas que en vez de su aliento acariciándola, sus labios estuvieran pegados a los suyos. Ella lo deseaba en la forma que querría para un amante, y lo único vergonzoso del pensamiento era el hecho de que no se había sentido avergonzada en absoluto.

Ni siquiera en lo más mínimo.