ZINA
Los ojos de Zina se abrieron como platos por la sorpresa, mientras las palabras de la mujer quedaban suspendidas en el aire como una temida maldición. Un brillo frío y calculador apareció en los ojos de la mujer, y Zina supo entonces que había estado equivocada. Esto no era sobre Daemon... no del todo. No, esto iba sobre ella.
Sombra gruñó a su lado, tensando su cuerpo mientras se preparaba para atacar. Para sorpresa de Zina, el hombre sonrió como un loco mientras elevaba sus puños al aire.
—Así que veo que te has buscado un nuevo Maestro, Raven —gruñó, casi como si fuera otra persona—. Pero entonces, ¿qué podría esperar de un perro que muerde la mano que lo alimenta?
¿Raven?
La mujer sonrió, su cicatriz torciéndose en una sonrisa grotesca. Pero algo cambió en sus ojos mientras hablaba con un tono lento y prolongado.