Luna
Fionna se dio cuenta rápidamente de que la prueba que tenía entre manos no era algo de lo que simplemente pudiera escapar si quería. Parada frente a la puerta cincuenta y dos, la puerta de la felicidad, detrás de unos siete concursantes, con dos parados detrás de ella, ese hecho se había vuelto eminentemente aparente para todos ellos.
Uno de los concursantes que poseía la misma puerta que ella estaba dentro de la sala improvisada, y aún no se había escuchado un solo sonido desde la habitación. Era como si al concursante se le hubiera quitado su habilidad de hablar y hacer cualquier tipo de ruido... esa era la única explicación que Fionna podía pensar que era responsable del siniestro silencio.