LUNA
Fionna sacudió su cabeza internamente de inmediato. Su corazón no tenía motivo alguno para conmoverse por este escandaloso espectáculo. Esta era la prueba; intentaban hacerla perder en su obsesión. Ella se creía inmune, pero los Magos de la Noche le demostraban lo contrario al regar las semillas que ella una vez pensó estaban muertas en su corazón.
—Di la verdad —la escalofriante voz detrás de ella susurró con fuerza—, deseas esta felicidad. Tú, la niña que creció sin padres, vendida en lugar de otra mientras solo tenías siete, y convertida en un monstruo cuando tenías tan solo diez… Sé que deseas esto.
La Noche de ojos verdes todavía estaba sentada frente a ella, por lo que honestamente estaba confundida sobre quién era el que susurraba detrás de ella. Pero la persona… o la cosa, según fuera el caso, le pareció casi esquelética al tacto.
Como un ser de otro mundo que nunca debería ser visto ni tocado.