ZINA
Zina reunió toda su fuerza para mantener la compostura frente a la sorprendente confesión de Jacen Vampage.
Sí, quizás había esperado verlo miserable, como se decía que había estado durante el banquete de bodas, pero no se había imaginado una confesión total… y una embarazosa, además.
¿Él la extrañaba? Y además, tenía el descaro de llamarla su compañera predestinada.
—Por tu bien, espero que nunca vuelvas a pronunciar esas palabras —dijo Zina con ojos llenos de veneno, preguntándose qué hacía allí en primer lugar.
Era suficiente satisfacción ver que el hombre estaba miserable. Pero no tenía intención de escuchar sobre sus ingratos sentimientos hacia ella, que solo surgían de arrepentimiento y celos.
Zina había visto hombres como él antes. En aquellos días de las reuniones de Taga, cuando compañeras rechazadas iban a verla y le contaban cómo sus antiguos compañeros, que las habían rechazado, ahora querían recuperarlas.