—Gato Gordo, eres bastante descarado —señaló Chu Hao.
—Pfft, fuiste tú quien quiso escapar, ¿cómo es esto culpa mía? —Gato Gordo lo desestimó por completo.
—Ah, sí que me siento culpable esta vez —Chu Hao se sacudió la cabeza, pensando en cómo Gu Qingcheng y su sirviente seguramente estarían buscándolo frenéticamente, y todo era por culpa de Gato Gordo.
—¿Sintiéndote mal por tu pequeño amor? —La cara de Gato Gordo estaba llena de una sonrisa extraña.
—No es asunto tuyo —Chu Hao refunfuñó, sin embargo la imagen de Gu Qingcheng estaba profundamente arraigada en su corazón.
Solo había estado con ella unos días, pero, ¿por qué se sentía como si la conociera de toda la vida, dejando una huella tan profunda en su corazón, sintiendo siempre el impulso de volver corriendo a verla? Pensó en lo que había dicho Gato Gordo; Gu Qingcheng tenía un Cuerpo Profundo de Nueve Encantos, una encantadora natural, de hecho así era.