Chu Hao llevó a todos a la Matriz de Transmisión Cielo Estrellado. La reverencia hacia el Dios de la Guerra se sentía en el aire, haciendo que todos los presentes se sintieran incómodos al instante.
El Dios de la Guerra, trascendiendo a los mortales, estaba muy por encima.
—¡Cuñado! ¡Cuñado! —Gu Fei se abrió paso entre la multitud, y aun después de casi diez años, había logrado convertirse en un Emperador de Guerra. Sin embargo, su personalidad directa no había cambiado y corrió hacia ellos.
Chu Hao estaba desconcertado y dijo:
—Pensé que ya te habías ido al Nuevo Continente.
—Jeje, mi querida hermana todavía está aquí. ¿Cómo podría soportar irme? —dijo Gu Fei, con los ojos salidos de sus órbitas mientras escaneaba a Chu Haoyue y Chu Niancheng, y exclamó— . ¡Tu hijo ya es lo suficientemente mayor como para ayudar!
—Tsk tsk tsk, dices que me extrañas, pero ni siquiera sabías que tenías un sobrino. ¡Realmente me extrañas mucho! —bufó Gu Qingcheng.