—Pero, ¿qué gano yo si respondo a estas preguntas? —preguntó Guillermo con cautela.
—¡Una muerte rápida! —gruñó Connor con desprecio.
_
—Escucha primo —Connor miró a Guillermo de manera intimidante antes de avanzar y agarrar su barbilla con fuerza—, en caso de que seas ajeno a la situación actual, te lo voy a aclarar. ¡PERDISTE! Primo... ahora eres nuestro prisionero, y no un invitado. Entonces, ¿qué te hace pensar que tienes derecho a negociar con nosotros? Una muerte rápida es todo lo que puedo prometer si cumples obedientemente con nosotros. Claro, si escoges ser terco... Entonces no me culpes por no dejarte ver la cara —amenazó con una mirada siniestra.