—Hm, que este grupo de ustedes se asuste por un rato. Pronto, este joven maestro regresará al Castillo Sanders, y cuando llegue ese momento, les pagaré a todos diente por diente, ojo por ojo, ¡al cien por uno! —Ling Xiao resopló fríamente, estiró su cuerpo y se deslizó hacia la distancia.
—La aventura en la Mansión de la Cueva de Artes Marciales Antiguas fue una oportunidad, pero el objetivo de Ling Xiao permaneció inalterado; su próximo paso seguía siendo dedicarse a una ardua cultivación.
—Para él, Hada Linglong y el grupo de Artistas Marciales de Cara Fría eran la última prueba antes de su regreso a la Secta. Él creía que esos dos no se irían.
—La mujer, Hada Linglong, era increíblemente orgullosa; huir con el rabo entre las piernas no era para nada su estilo.
—Después de aterrizar, Ling Xiao sacó la Piedra de Refinamiento de Formaciones del Mundo de Montaña y Río y la guardó consigo.