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—Ling Xiao logró mantener la calma —sin embargo, el cuerpo de Su Alteza Dama Luna tembló ligeramente.

—Ella no pudo evitar enviar una sonrisa irónica a sí misma, pues durante más de diez mil años, ningún hombre había tocado su cuerpo, y sin embargo, esta vez, realmente había dejado que este joven bribón se aprovechara de ella.

—No obstante, al ver los claros ojos acuosos del joven bribón, en lugar de eso sintió que estaba juzgando a un caballero con sus mezquinos estándares.

—Mientras Ling Xiao hacía circular su Esencia Verdadera, la larga lanza negra comenzó a fluir lentamente desde su brazo a su cuerpo.

—¿Hacer esto no te hará daño, verdad? —preguntó la Dama de la Luna.

—Su Alteza Dama Luna, piensa demasiado bien de mí, no soy una persona tan noble, sacrificarme por los demás verdaderamente está más allá de mí —Ling Xiao dijo ligeramente, luego volvió su atención a la larga lanza negra.