—Paseaba nerviosamente por el porche delantero, frotándome las manos. Rayden se había desmayado, pero eso no significaba que no fuera a despertarse y señalarme otra vez.
—Supongo que no pensé bien esto. Mi odio hacia él había llegado tan lejos que, en ese momento en que vi a Jenny con él, no pude pensar en otra cosa que hacer que el licántropo lo golpeara.
—Hemos llamado a los hermanos. Los demás no respondieron, pero el Entrenador Norman sí —dijo Lamar al salir afuera para informarnos sobre el estado de Rayden.
—Mi corazón latía aceleradamente en mi pecho, dejando mi mente en blanco.
—Norman me va a devorar vivo —murmuré, notando cómo Lamar siempre entrecerraba los ojos cuando yo hablaba tan casualmente de los hermanos.
—Por eso no me gustaba este plan. O al menos yo debería haber sido el que traicionara a Rayden en el camino —Lamar susurró en mi oído, asegurándose de que nadie más pudiera oír.
—¡No! Tenía que ser yo. Nunca se habría ido contigo —respondí firmemente.