—He estado tan feliz con mi nueva fuerza que, incluso mientras me duchaba, no pude evitar cantar y bailar un poco —Helanie comentó—. Hay verdad en el dicho de que una vez obtienes a tu lobo, te conviertes en lo más feliz.
—Aunque ella no estaba lo suficientemente despierta como para tener una conversación conmigo, hacía lo mejor que podía para mostrarme su presencia dándome su fuerza.
—Me puse los jeans negros y la camisa azul, salí felizmente de mi habitación y la cerré con llave. Aunque realmente no tenía nada de qué preocuparme, excepto por la ropa nueva que compré con mi sueldo de trabajar horas diarias para Maximus, aún prefería cerrar mi habitación con llave.
—Emmet también debería hacerlo.
—Me sentía tan culpable cada vez que recordaba haberme colado en su habitación.
—Salí de la mansión a pie y miré hacia arriba desde el camino para echar un vistazo atrás a la mansión. Vi a Charlotte parada en la terraza del segundo piso, mirándome con furia.