—Podrías hacerlo mejor —bromeé, y él puso los ojos en blanco.
—¿Cómo me veo? —pregunté y noté que inmediatamente apartaba la mirada.
—No estaba mirando —puso los ojos en blanco.
—Nunca dije que lo hicieras —gruñí, confundida de por qué pensaba que eso era lo que estaba insinuando.
—Entonces, ¿cómo estás, siendo compañera de todos mis hermanos? —puso los ojos en blanco como un tipo descarado cuando mencionó el hecho de que yo era compañera de todos sus hermanos.
—Soy feliz mientras no sea compañera de todos los hermanos —comenté, haciéndolo entrecerrar los ojos hacia mí.
—Oh, vamos, yo tampoco quiero eso. Ya estoy viendo a mis hermanos sufrir; eso es suficiente —se burló, pareciendo un niño mimado.
—¿Vas a pasar tu noche discutiendo conmigo? Es tu noche. Mantente positivo —me encogí de hombros, mirándolo asentir con la cabeza.
—De todos modos, me alegra que hayas venido —cambió su tono y sonaba serio ahora que estaba hablando de algo más importante.