—La ceja de Qin Chen se fruncía profundamente.
Sin embargo, echó un vistazo a Qin Wen, quien no parecía tener nada más que decir.
Si hubiera una oportunidad, Qin Chen sin duda resolvería este problema para la Pequeña Hada.
Después de todo,
Desde el comienzo de su viaje en la Secta del Cielo del Trueno hasta el presente, si no fuera por la ayuda de la Pequeña Hada, Qin Chen no habría podido resolver una crisis tras otra.
Solo por gratitud, Qin Chen resolvería este problema para la Pequeña Hada.
Pero ahora, ya que ni su padre ni la Pequeña Hada tomaron la iniciativa de hablar, era evidente que su fuerza actual aún era insuficiente.
Por consiguiente, Qin Chen dudó un momento y decidió no preguntar más.
Creyó que una vez que su fuerza fuera suficiente, ellos le dirían todo voluntariamente.