Xiong Tun no era un tonto. Él creía que Qin Chen debería entender sus intenciones. Esperaba que Qin Chen le entregara obedientemente el Cristal de Esencia Demoníaca, así como la Ficha de la Secta, directamente a él. Después de todo, tanto su identidad como su fuerza eran claras para todos. Para él, matar a dos Discípulos de la Secta de Una Estrella era tan fácil como mover la mano. Sencillamente no quería ensuciarse las manos porque, según su punto de vista, no valían la pena el esfuerzo, y no había ninguna diversión en ello. Pero ahora, al ver la fingida ignorancia de Qin Chen, la intención asesina surgió en el corazón de Xiong Tun.
—No sé sobre buscar la muerte o no. —Pero tú afirmando de repente que eres nuestro benefactor, eso me parece, francamente divertido —dijo Qin Chen.
—¿Así que estás invitando intencionalmente a la muerte?
La mirada de Xiong Tun se fijó en Qin Chen, y al terminar de hablar, su aura comenzó a surgir hacia afuera.